Información, 09 de diciembre de 2009

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SAN SIMÓN STOCK
Religioso
(1164-1265)



La vida y la iconografía de este santo inglés van inseparablemente unidas con la Virgen del Carmen y su popular escapulario del Carmen.

Parece que ha habido alguna confusión al hablar de San Simón Stock. Hoy se ha hecho ya más luz, ya que los críticos han estudiado pacientemente sus datos biográficos. En ellos, más o menos, nos fijamos al recordar su preciosa biografía:

San Simón Stock era inglés, nació en el Condado de Kent, el año 1165.Sus padres le educaron en la religión cristiana y le inspiraron un profundo amor a La Santísima Virgen. Quedo huérfano a los 7 años; su hermano mayor le hizo aprender las primeras letras; a los 12 años se retiró a hacer vida de ermitaño en un bosque, sirviéndole de celda el tronco hueco de un árbol. La palabra stok significa tronco, y esto explica su apellido.

La vida de San Simón es para ser admirada, pero no imitada. Vivió muchos años comiendo lo que el bosque le ofrecía, excepto algunos días en que un perro le llevaba alimentos, así como otro se lo llevo a San Roque pocos años después.

Al llegar los carmelitas a Inglaterra venidos de Oriente y conocer la santa vida que llevaban, pues pronto se extendió su fama por todas partes, pidió ser admitido entre ellos. El joven Simón se entregó de lleno a aquel género de vida y muy pronto fue elegido Superior General de la Orden a la que gobernó durante varios años. Unos dicen que cincuenta, otros que veinte.
Pronto se vio San Simón lleno de gravísimas dificultades en el desempeño de sus funciones. Estas dificultades nacían unas de los de adentro, y otras de los de afuera. Las primeras tenían por causa el nuevo rumbo que él le había marcado a la Orden, fundando conventos, no en los desiertos, como habían hecho antes, cuando vivían en Oriente, sino en las grandes ciudades donde había Universidad o algún centro de cultura importante. Estas dificultades fueron pronto resueltas, las más graves eran las que procedían de afuera. Las vocaciones nuevas habían desaparecido. La Orden estaba, por consiguiente, a punto de desaparecer, y hubiera desaparecido, si la Santísima Virgen no lo salva.

Hay que tener en cuenta que los Carmelitas llegaron al Occidente de Europa poco tiempo después de haber sido fundadas y aprobadas las Ordenes Mendicantes de Los Franciscanos y Dominicos; Estas se habían difundido rápidamente por la extraordinaria popularidad de sus fundadores y por la gigantesca personalidad en ciencia y en virtud de algunos frailes que tuvieron en sus comienzos, como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura el Seráfico Antonio de Padua, Doctores de la Iglesia hoy los cuatro. Era preciso un Santo de la envergadura de Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, capaz de conseguir del Cielo una gracia especial que evitase el naufragio inminente del Carmelo. Este Santo fue Simón Stock. No encontrando auxilio alguno, en la tierra lo buscó en el cielo, y allí lo encontró.

Un Santoral del siglo XIV, que recoge las vidas de los primeros Santos Carmelitas, dice de él que viendo que su Orden era duramente atacada por algunos acudía fervorosamente en ayuda de la Virgen María a quien estaba consagrada la Orden. El Cardenal Gasquet, O.S.B. dice que los carmelitas fueron recibidos en Inglaterra "como llovidos del cielo por parte de los laicos, pero no así por los religiosos y sacerdotes que no aceptaban que éstos se llamaran "hermanos de la Virgen María del Monte Carmelo".

San Simón, a quien se le ha llamado "el amado de María", hasta llegó a componer preciosos himnos a la Virgen, Madre de Dios. Precioso es el "Ave stella matutina..." Y cada día recitaba éste que cantan todos los días los carmelitas:

"Flor del Carmelo, viña florida,
Esplendor del cielo,
Virgen Madre.
Singular.
¡Oh Madre tierna!,
Intacta de hombre;
a los carmelitas proteja tu nombre
Estrella del mar".

Dice el Santoral que mientras rezaba este himno "se le apareció la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de Ángeles, llevando en sus benditas manos el Escapulario de la Orden, y diciendo estas palabras:

«Este será privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno; es decir, el que con él muriese se salvará»".

Desde entonces la devoción del Santo Escapulario empezó a divulgarse por todas partes. Los reyes y príncipes, Papas y gentes sencillas se apresuraban a vestir este vestido de la Virgen que fue enriquecido con muchas gracias por los Papas, y por su medio la Virgen María obraba muchos prodigios.

San Simón desarrolló una gran actividad en favor de su Orden. Consiguió el paso de Orden cenobita a mendicante. Retocó la Regla de San Alberto y obró muchos prodigios. Famosos son aquellos dos milagros: la conversión del agua en vino para poder celebrar la Santa Misa y la resurrección de un pez ya cocido.

Su culto empezó en Burdeos desde el año 1435 y poco después en Inglaterra e Irlanda hasta extenderse a toda la Orden.

La iconografía del Santo es muy abundante y casi siempre lo presenta de rodillas ante la Virgen María recibiendo de sus manos el santo Escapulario. Sobre todo a partir del siglo XVII ya vino a ser muy popular en todas partes donde había religiosos carmelitas.

Su mensaje

• que amemos y suframos por nuestra Orden y Congregación.
• que acudamos a María en todas nuestras necesidades.
• que merezcamos llamarnos "el amado de María".
• que practiquemos las virtudes que simboliza el ESCAPULARIO.

Simón Stoock muere en Burdeos (Francia) el 16 de mayo de 1265, haciendo una visita pastoral. Es enterrado allí. Desde el año 1951 es trasladado a Aylesford. Es patrón de estas dos ciudades.

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Información, 30 de Noviembre de 2009.

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Virgen del Carmen

Los orígenes del nombre de Carmen hay que buscarlos en la región de Galilea, en un monte que se erige en la población marítima de Haifa y que recibe el nombre de Carmelo, que en hebreo significa 'jardín'.



Cuenta el Libro de los Reyes, que en este monte vivían numerosos anacoretas, profetas que oraban y rendían culto a Dios, y entre los que se hallaba el profeta Elías.
Corría el año 300 a.C, cuando una gran sequía azotó Galilea, entonces el profeta Elías subió al monte Carmelo para implorar lluvia. Desde la cumbre de aquel monte, divisó una nube blanca, que emergía de las aguas del mar y subía al cielo, manando abundante agua. Comprendió, entonces Elías, siempre según la interpretación veterotestamentaria, que la visión era un símbolo de la llegada del Salvador, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones.
Desde entonces, aquella comunidad se dedicó a rezar por la que sería la madre del Redentor, iniciando así lo que constituyó el germen de la Orden del Carmelo o Carmelitas, cuya devoción hacia la Virgen permitió que naciese una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.

¿Por qué el 16 de julio?

San Simón Stoock fue un carmelita inglés que vivió durante el siglo XIII y que fundó diferentes monasterios carmelitas por Europa. Cuenta la historia que San Simón era muy devoto de la Virgen, a la que siempre rogaba un privilegio para su orden.
El 16 de julio de 1251, cuenta su hagiografía, ( biografía de los santos), que se le apareció la Virgen llevando en sus manos un escapulario y pronunciando estas palabras:

“Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno”.

Es a partir de entonces cuando nace la imagen de la advocación de Nuestra Señora del Carmen: el Niño y la madre aguantando el escapulario, la figura típica de dicha devoción mariana.
Por este motivo, la fecha elegida para celebrar la Festividad de la Virgen del Carmen fue el 16 de julio, correspondiendo a la fecha en que San Simón Stoock, se le apareció la Virgen.
Esta advocación da nombre a todas aquellas personas que se llaman Carmen, Carmela o Carmelo, celebrando su onomástica el día de la fiesta de esta Virgen, el 16 de Julio.

La próxima entrega hablaremos de quien era San Simón Stoock y del escapulario.

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Información, 23 de Noviembre de 2009.

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Origen de la devoción y el Monte Carmelo

El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en el III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.

A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente -algunos creen que venían de Italia-, decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto mariano, ni tampoco, el título de la advocación, respondía a una imagen en especial.

Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían reflejados en los textos evangélicos: maternidad divina, virginidad, inmaculada concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.

La orden Carmelita

Aquellos primeros monjes instalados en el valle del Wadi-es-Siah del Monte Carmelo, convivieron bajo una primera regla que obtuvo en 1226 la aprobación del patriarca de Jerusalén, que se llamaba Alberto, y del Papa Honorio III. La regla subrayaba vigorosamente el carácter de soledad y de huída del mundo del modelo de vida monástica: los monjes debían vivir en celdas separadas, bajo obediencia, castidad y pobreza, en silencio, oración, ayuno. Un planteamiento que se ha mantenido en los rasgos fundamentales de la espiritualidad de la orden.

En el mismo siglo XIII muchos monjes huyeron a Chipre, Sicilia, Francia e Inglaterra a causa de los crecientes peligros de la invasión musulmana, mientras otros, intentaban sobrevivir en Tierra Santa.

Sin embargo, muy pronto, se formó una corriente en Inglaterra y en otras partes de Occidente que deseaba adaptar la orden a la realidad occidental, siguiendo el modelo de otras congregaciones religiosas como los franciscanos y los dominicos. De esta forma, se pretendía que los carmelitas pudieran abrir conventos en las ciudades y realizar trabajos pastorales.

El amor mariano que los carmelitas procesaban le valió el aprecio de todos los pueblos donde estaban instalados y el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en 1286 por el Papa Honorio IV.

En el mismo siglo XIII, uno de los monjes carmelitas, San Simón Stock, recibe de manos de la mismísima Virgen María el escapulario, el símbolo de dicha congregación. Es a partir de entonces cuando nace la imagen de la advocación de Nuestra Señora del Carmen: el Niño y la Madre aguantando el escapulario, la figura típica de dicha devoción mariana.

En los años 1434-1435, la regla de la orden sufrió una serie de cambios que fueron aprobados por el Papa Eugenio IV y que no gustaron a ciertos sectores de la orden. Por ello, Juan Sorteh (1451-1471) empezó a movilizar un nuevo movimiento que llevaría en 1593 a la ruptura de la orden carmelitana en dos bandos.

Los principales miembros de esta reforma en España fueron Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591), dos de los más grandes ejemplos de la mística cristiana. A esta nueva congregación se la llamó Orden de los Carmelitas Descalzos, mientras que los anteriores, fueron conocidos por la Orden de los Carmelitas Calzados o de la Antigua Observancia.

Desde siempre, los hermanos carmelitas, "calzados o sin calzar" han estado al servicio de la sociedad desde los más diversos servicios caritativos, pastorales y misioneros junto a su dimensión espiritual y contemplativa. Visten hábito marrón con el escapulario y capucha y, en ocasiones solemnes, capa y capucha de color blanco.

La orden femenina

No podemos olvidar aquí la rama femenina: las carmelitas. La orden nació en los siglos XIII y XIV, pero no se organizaron como comunidad hasta el 1450 cuando fundaron en Florencia (Italia) el Monasterio de Santa María de los Ángeles.

Santa Teresa de Jesús impulsó en España una reforma en la congregación para llevar a cabo una vida de clausura estricta y de oración profunda.

El 7 de febrero de 1562, la santa obtuvo autorización para la erección del Monasterio de San José de Ávila, que se abrió el 24 de agosto de 1562. En él, se siguió la observancia de la regla que ella consideraba "primitiva" y que fue aprobada por Inocencio IV en 1247. En la obra "Camino", escrita por Santa Teresa de Jesús, se destaca la forma de vivir de estas monjas:

"Deben ser capaces de vivir en soledad y estar abiertas a la intimidad con Cristo, buscando en la oración y en la mortificación", como participación activa en su pasión redentora".

Texto enviado por María Pérez Prieto